Me presento ante ustedes como un felpudo. Vaya, quiero decir: como una artista femenina. Gracias por reconocer mi capacidad para continuar mi carrera durante estos 34 años, pese al sexismo, la misoginia flagrante, las intimidaciones constantes y el abuso implacable que he vivido.
Cuando comencé, no había internet, y la vida era más sencilla entonces. Al mudarme a Nueva York en 1979 era una adolescente y la ciudad era un lugar que daba mucho miedo. En el primer año fui violada a punta de pistola en un tejado, con la punta de un cuchillo sobre mi garganta. Y me robaron tantas veces en mi apartamento que acabé por dejar siempre la puerta abierta. En los años que siguieron, perdí prácticamente a todos los amigos que tenía por culpa del sida, las drogas o las armas. Como podrán imaginar, todos estos hechos impactantes no sólo me han ayudado a convertirme en la atrevida mujer que ahora está ante ustedes, sino que también me han recordado lo vulnerable que soy y que en la vida no hay nada seguro, excepto el creer en uno mismo y entender que no soy la dueña de mis talentos. No soy la dueña de nada. Todo lo que tengo es un regalo de dios. Y que incluso las mierdas y putadas que me han pasado en la vida son también regalos que me enseñan lecciones y me hacen más fuerte.
Recibo este premio por ser la mujer del año, así que me pregunto qué puedo decir sobre ser una mujer en la industria musical. Qué puedo decir sobre el hecho de ser mujer. Cuando empecé a escribir canciones no pensaba en un género específico, no pensaba en feminismo, sólo quería ser una artista. Estaba, por supuesto, inspirada en Debbie Harry y Chrissie Hynde y Aretha Franklin, pero mi verdadera musa era David Bowie. Él encarnó el espíritu masculino y femenino y eso me encajaba como un guante. Me hizo pensar que no había reglas. Pero estaba equivocada. No hay reglas, si eres un chico. Si eres una chica, tienes que cumplir las reglas del juego. ¿Y cuál es ese juego? Se te permite ser bonita y linda y sexy. Pero no demuestres ser muy inteligente. No tengas una opinión o no tengas una que esté fuera de línea del status quo. Se te permite ser escrutada por los hombres y vestirte como una puta, pero no seas dueña de tu propia ‘putería’. Y no compartas, repito, no compartas tus propias fantasías sexuales con el mundo. Sé lo que los hombres quieren que seas pero, lo que es más importante, se lo que las mujeres quieren que seas para que se sientan cómodas cuando estás cerca de otros hombres. Y, por último, no envejezcas, porque envejecer es un pecado. Serás criticada y vilipendiada y no se te escuchará en la radio. Cuando me hice famosa, se publicaron fotografías mías desnuda en las revistas Playboy y Penthouse. Fotos que fueron tomadas en clases de arte para las que posé años antes por ganar algo de dinero. No eran muy atractivas, de hecho se me veía bastante aburrida. Lo estaba. Pero se esperaba de mí que me sintiera avergonzada cuando estas fotos salieron a la luz y no lo estaba y la gente de desconcertaba por ello. Me dejaron un poco en paz cuando me casé con Sean Penn, no sólo porque él les hubiera pateado el culo, sino porque casada yo ya estaba fuera del mercado. Y durante un tiempo no me consideraron una amenaza. Años más tarde, divorciada y soltera -lo siento Sean-, grabé mi álbum Erotica y lancé mi libro Sex. Recuerdo haber sido protagonista de los titulares de todos los periódicos y revistas. Y todo lo que leía sobre mí era condenatorio. Me llamaron puta y bruja. Un titular me comparó con satanás. Y dije, «espera un minuto, ¿acaso Prince no va por ahí con redecillas, tacones, los labios pintados y el trasero colgando? Sí, lo hacía, pero él era un hombre». Esta fue la primera vez que comprendí que las mujeres no tienen la misma libertad que los hombres. Recuerdo haberme sentido paralizada. Me llevó un tiempo recomponerme y seguir con mi trabajo creativo, para seguir con mi vida. Encontré algo de confort en la poesía de Maya Angelou, en las obras de James Baldwin y en la música de Nina Simone. Recuerdo haber ansiado tener una figura femenina en la que refugiarme. Camille Paglia, la famosa escritora feminista, dijo que yo hacía retroceder a las mujeres al exponerme sexualmente. Y pensé: «si eres feminista, no tienes sexualidad, la niegas». Y dije: «Que se jodan. Soy una feminista diferente, soy una mala feminista». La gente dice que soy muy controvertida, pero creo que lo más provocador que he hecho es mantenerme firme. Lo que quiero decir a todas las mujeres que están hoy aquí es esto: Las mujeres han estado tan oprimidas durante tanto tiempo que creen lo que los hombres dicen de ellas. Creen que tienen que apoyar a un hombre para que haga el trabajo. Y hay algunos buenos hombres a los que merece la pena apoyar, pero no porque sean hombres, sino porque se lo merecen. Como mujeres, tenemos que empezar a apreciar nuestra valía personal y la de todas. Tenemos que buscar mujeres fuertes para hacernos sus amigas, para unirnos a ellas, para aprender de ellas, para que nos inspiren, para colaborar, para apoyarlas y para que nos iluminen. Como dije antes, no es tan importante recibir este premio como el tener la oportunidad de estar ante ustedes y decir gracias de verdad, como mujer, como artista, como un ser humano. Y no sólo a las personas que me han amado y ayudado a lo largo del camino, muchos están sentados aquí hoy frente a mí. No tienen ni idea de lo que significa su apoyo. Pero a los escépticos, a los negativos, a todos los que me han criticado y dijeron que yo no podría o no debería les digo: «Su resistencia me ha hecho más fuerte, me ha hecho empujar más fuerte, me ha hecho la luchadora que soy hoy y me ha convertido en esta mujer». Puedes mirar el video completo de su discurso en este
enlace. Tú eres la dueña de tu vida, de tus planes, de tu futuro, solo tú decides cuándo ser madre, cuando no serlo; solo tú decides si quieres usar
anticonceptivos o si aún no es tu momento y deseas
interrumpir tu embarazo. Solo tú trazas tu destino, nadie más. Con información de
Público.]]>