Se habla de Simone Biles y el peso de ser perfecta en lo que haces, ello nos recuerda el peso que se le da a cada mujer: se espera que seamos la buena hija, la buena hermana, la buena esposa, la buena madre.
Toda mujer debe ser libre de elegir si desea seguir una carrera, un deporte, si desea o no ser madre y continuar o no, un embarazo.
En Fundación Marie Stopes alentamos a todas la mujeres a que sean libres de decidir y priorizar lo mejor para ellas, sin importar lo que digan los demás.
Elegir nuestro bienestar es un acto de valentía y amor propio.
Si necesitas ayuda, cuentas con nosotras.
Simone Biles y la presión sobre ella.
«Tenemos que proteger nuestras mentes y cuerpos, no solo salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos.»
Simone Biles
La responsabilidad que afrontaba como el rostro de ese deporte ya se había convertido en una carga.
Además, el desgaste de su cuerpo se había vuelto lo que ella calificaba como “irreal”, con el dolor de sus tobillos haciendo que cada paso insoportable fuera un recordatorio de lo implacable que puede ser la gimnasia.
En una entrevista telefónica una semana antes de que partiera para los Juegos Olímpicos de Tokio, le pidieron que mencionara el momento más feliz de su carrera.
“Con sinceridad, tal vez mi tiempo libre”, dijo. Viniendo de la gimnasta más premiada de la historia, una mujer que revolucionó el deporte, fue un comentario sorprendente.
Biles se ha dedicado a la gimnasia y sacrificó una vida normal de escuela, bailes, partidos de fútbol y amigos, por la agobiante búsqueda de la perfección.
Luego de ganar medallas de oro para la Federación de Gimnasia de Estados Unidos, tal y como deseaba el organismo rector, inspiró a innumerables chicas de color a practicar un deporte tradicionalmente blanco y se convirtió en el rostro de la gimnasia en todo el mundo.
Biles ha aprovechado el poder recién descubierto de una mujer negra independiente que sabe lo que vale y no tiene que rendirle cuentas a nadie.
Ha dejado de ser la dulce novia de Estados Unidos y se ha unido a las mejores atletas negras, como Naomi Osaka y Serena Williams, para ejercer su influencia en el deporte y la sociedad.
En una muestra de rebeldía y resiliencia dentro de un deporte que por mucho tiempo ha exigido la obediencia de sus jóvenes atletas, Biles es la única víctima de Nassar, o al menos la única que ha hablado en público de su experiencia, que participará en Tokio.
“Voy a salir a representar a Estados Unidos y a representar a las chicas negras y morenas de todo el mundo”, dijo en una entrevista.
“A fin de cuentas, no voy a representar a la Federación de Gimnasia de Estados Unidos”.
El deber de alzar la voz.
Biles es inusual porque no tiene pelos en la lengua.
La mayoría de los que la precedieron no se atrevieron a expresar sus opiniones.
Al igual que tantas otras gimnastas, Simone Biles solía ocultar sus emociones, especialmente en el gimnasio, y las dejaba salir solo en privado.
No obstante, a principios de 2018, un día antes de la audiencia principal para la sentencia de Nassar, fue demasiada la presión de guardarse todo para sí misma.
Sabía que Nassar la había tocado de manera indebida, pero no le había dado importancia a ese atrevimiento porque sabía que a sus compañeras les había hecho cosas peores.
Al final, comprendió que él también había abusado de ella. Biles, quien ya no era adolescente, quería que el mundo lo supiera para poder darle poder al movimiento de las sobrevivientes.
“La mayoría de ustedes me conocen como una chica feliz, risueña y llena de energía”, escribió en Twitter. “Pero últimamente… me he sentido algo devastada, y cuanto más trato de acallar la voz que hay dentro de mi cabeza, más alto grita”. Etiquetó esta publicación con #MeToo.
En las semanas y meses posteriores, cayó en una profunda depresión. Sentía que había decepcionado a sus admiradores porque Estados Unidos quería que fuera perfecta. Le comentó a The New York Times que asistir a terapia la ayudó y alentó públicamente a otras personas para que buscaran ayuda si les costaba salir adelante.
Biles se dio cuenta de que sus palabras tenían poder.
Tres días después de que tuiteó que las gimnastas del equipo nacional no deberían regresar al centro de entrenamiento de Texas donde Nassar acosaba sexualmente a tantas chicas, la Federación de Gimnasia de Estados Unidos rompió relaciones con esas instalaciones.
Simone Biles se convirtió en una fuerza de tal magnitud que sus compañeras empezaron a pedirle que tuiteara que el equipo debería tener vacaciones con todos los gastos pagados en el Caribe.
Sin embargo, junto con su creciente fama llegó un sentido del deber cada vez mayor que fue más allá de la gimnasia.
Biles no tiene idea de lo que hará después de retirarse. ¿Trabajar en su gimnasio? ¿Ser entrenadora en la universidad? La entusiasma la llegada de su próximo capítulo, pero también la asusta. Sin embargo, antes de eso, tendrá que actuar en las Olimpiadas para el público que la adora y el deporte que podría haberla destruido.
“Es algo así como, bueno, ve y hazlo”, comentó Biles sobre su carrera. “Quieres que llegue, pero también quieres que no termine. A fin de cuentas, soy una gran atleta, pero ¿quién soy? Si nos quitamos la máscara, ¿entonces quiénes seremos? Todavía estoy tratando de averiguarlo”.
Con información de The New York Times