Cuando yo era niña, la educación sexual en México no existía, lo único que solían decir los padres respecto a “ese” tema era: “si tienes sexo se te notará en la mirada, en la forma de caminar, en cómo te ven los hombres; yo sabré de inmediato cuando andes con los chamacos”.

Algunas madres así lo decían, los padres ni se metían, y cuando lo hacían era para regañarte, u ofenderte (porque ya andabas de loca). Sin embargo, nunca mencionaban nada acerca de tener sexo seguro, responsable y placentero. Por el contrario, te hacían sentir mal por sentir deseo erótico y sexual. Como si bajo amenaza se te quitaran las ganas de cachondear. “Educar” con miedo, con temor…eso hacían.

Por ello, un número importante de personas no tiene sexo placentero. Nunca tuvieron la oportunidad de conocer su cuerpo y saber qué es lo que les gusta en la cama, o lo que les disgusta. Se casaron con el primero que les habló “bonito” aunque el sexo fuera horrendo.

Incluso, hay embarazos en la primera relación sexual, y es justo en ese momento cuando los padres rechazan, juzgan y maltratan a la mujer que tuvo sexo sin protección.

¿Y cómo es en otros países? En las naciones europeas, por ejemplo, los jóvenes pueden tener sexo (informado, seguro y placentero) en la casa familiar, en la habitación de los jóvenes. Allí no educan bajo amenazas o miedo, por el contrario, saben que es una necesidad de los jóvenes y les enseñan cómo cuidarse, ser responsables y disfrutar al mismo tiempo.

A los jóvenes europeos no les dicen que se les notará si tienen sexo, porque los padres saben perfectamente que están teniendo sexo y esperan que no haya embarazos indeseados, ni infecciones de transmisión sexual.

“Recuerdo que mi madre a los 16 años me decía: ‘yo voy a saber cuando tengas sexo, lo voy a saber en el justo momento porque las madres sabemos todo acerca de nuestras hijas’. Entonces imagínate que en lugar de disfrutar el momento, ponerle el preservativo a mi chico, y sentirme deseada y amada, traía en mi mente las palabras de mi mamá, incluso pensaba que estaba en la otra habitación viendo. Era horrible tener sexo en esos años”, me comenta una amiga que ahora a sus casi 50, se ríe de las bobadas que sus padres le decían.

Pero ¿por qué los padres arruinaban un acto privado al tratar de hacerlo público? ¿por qué ellos quieren saber si tenemos sexo o no? ¿por qué espiar, acosar, acechar, vigilar o investigar? ¿A poco los jóvenes queremos saber de las prácticas sexuales de nuestros padres?

El sexo, queridos lectores, es un evento íntimo, que se comparte con una pareja, no con tus padres. No necesitamos que ellos nos aprueben, nos vean o nos dirijan. Es una conexión emocional y carnal con el otro que se entrega a ti. Por eso, padres en lugar de juzgar a los hijos e intimidarlos, ayúdenlos a que sepan usar preservativos y anticonceptivos; que sepan que no es necesario embarazarse a la primera, a la segunda o a la vigésima.

El sexo es parte de la vida de las personas, y deben ser educadas para ejercerlo con integridad, respeto y responsabilidad. Y no, no se te nota en la mirada si ya tuviste sexo, es un invento de los padres así como que te salen pelos en la palma de la mano si te masturbas. ¡El sexo no debe ser castigado, sino informado!

Por Guadalupe Camacho, periodista y académica mexicana.

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