las mujeres abortamos. Esta es una realidad que ni la Iglesia católica, ni la oposición ultra conservadora, ni el propio gobierno que hoy toma utilitariamente las banderas de género, pueden negar. Quiénes se oponen a la legalización del aborto, buscan ocultar que la diferencia fundamental radica en la cantidad de vidas que pueden ser salvadas si se deja de criminalizar este tan básico derecho a decidir sobre el propio cuerpo y en última instancia, sobre el curso de nuestra existencia. Se trata primordialmente, de dejar de condenar a las mujeres de los sectores más empobrecidos, a la muerte impuesta por la cruel alianza entre patriarcado y capital; así como de luchar contra el violento tutelaje que todas las instituciones (familia, Estado, Iglesias etc.) ejercen sobre nosotras, bajo el cual somos consideradas nada más que propiedad privada sobre la que se puede regir e imponer. El Proyecto de Ley presentado el pasado 9 de marzo en Bolivia por personeros del MAS, que ampliaría las causales para el aborto no punible introduciendo como factor, por ejemplo, el estatus socio-económico y la condición de estudiante, es insuficiente y limitado (además de estos criterios selectivos, el tiempo de gestación permitido para interrumpir un embarazo, por ejemplo, es más restringido incluso que el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud). Este proyecto no fue un “regalo” o un “favor” de las senadoras y diputadas del oficialismo, sino una conquista tras diversas movilizaciones en exigencia de este derecho. Y si bien puede considerarse un pequeño avance, no responde a las demandas de lucha constante e histórica por el Derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito, que es una necesidad imperante para la realidad nacional. El aborto en Bolivia Las mujeres bolivianas y del mundo tomamos la decisión de abortar por diversos motivos. Porque no contamos con las condiciones para ser madres en este sistema explotador que se atreve a juzgarnos como “asesinas” cuando es toda su estructura la que nos condena junto a miles de hombres, niños y niñas a la pobreza extrema y al hambre; abortamos porque fuimos violadas en una sociedad que además juzga más nuestras formas de vestir y el conjunto de nuestras decisiones que a los propios criminales que perpetúan estos actos de violencia machista; abortamos porque el método anticonceptivo pudo fallar o porque en nuestro país, queramos verlo o no, la educación sexual y el uso de anticonceptivos sigue siendo inaccesible para muchos; y abortamos, entre otras, quienes por diferentes motivos estamos o estuvimos frente a un embarazo no deseado y escogimos no ser madres, siendo nuestra voluntad y derecho decidir sobre nuestras vidas. En suma, son diversas las situaciones que nos llevan a tomar esta decisión y en definitiva ninguna de ellas se debe al “gusto y gana” de querer enfrentar un aborto, como pretenden hacer ver las instituciones eclesiásticas. Son más de 80.000 abortos los efectuados anualmente en Bolivia, lo cual implica que se realizan más de 200 abortos diariamente (datos Centro de Información y Desarrollo de la Mujer – CIDEM). La clandestinidad de esta enorme cantidad de interrupciones de embarazo, solo alimenta el lucro de un negocio millonario y negligente, con precios que pueden variar desde 200 bs., en condiciones altamente insalubres, hasta más de 500 $us (hasta el triple del salario mínimo nacional por un aborto seguro). Obviamente, quienes no pueden pagar el privilegio de costosas clínicas, consultorios privados y viajes al exterior para realizarse un aborto garantizado, son las que padecen de la forma más brutal y violenta esta prohibición y persecución del Estado y la doble moral religiosa. Se calcula que mínimamente 480 mujeres pierden la vida cada año por causa de abortos mal practicados (datos del CIDEM) y como es de suponer, estos casos no pueden ser denunciados por la persecución que podría desatarse contra los propios familiares o allegados a las víctimas. Es decir, esta cifra indicaría que en tan solo una jornada más de una mujer es castigada con la muerte, por malas prácticas médicas avaladas por el Estado, que con su penalización relega estos casos a la completa impunidad. Lamentablemente, todas las cifras varían y hay un vacío importante en cuanto a datos porque el Ministerio de Salud mantiene un completo desinterés al respecto. Además, es difícil contabilizar estos hechos por tratarse de una práctica oculta: se habla solo de los casos a los que se tiene acceso, pero miles más permanecen en la oscuridad del desconocimiento. Ésta es nuestra realidad, pese a lo que digan los falsos discursos de “despatriarcalización” y equidad de género vertidos desde el Estado y más allá de toda la oposición irracional de la Iglesia, que no ha tardado en atacar el señalado Proyecto de Ley con su característica intransigencia contra los derechos de las mujeres. Desde la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas, tomamos el derecho al aborto como una parte sustancial de nuestro programa de lucha. Exigimos que no solo se despenalice sino que además se legalice introduciéndolo como parte de la salud pública garantizada por el Estado; que sea practicado gratuitamente para que las mismas que mueren hoy en la clandestinidad, puedan acceder a prácticas salubres. Todo ello debe acompañarse además de una educación sexual científica y laica y la distribución de anticonceptivos, sin intervención de las Iglesias y su moralidad retrógrada: ¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir! Ello no será posible si no se plantea también como horizonte, una separación efectiva del Estado y la Iglesia, pues pese a que se diga lo contrario, no hemos dejado de ser un país que sostiene las taras más opresivas del catolicismo. Nada de aquello será una concesión, pues lo obtenido hasta hoy ha sido a punta de organización y lucha. No esperamos nada ni de este Estado ni de éste gobierno. Por ello, nos organizamos y movilizamos ante esta situación, contra los ataques de la Iglesia y por mayores avances hacia un aborto libre, legal, seguro y gratuito. Y vamos por más. Nos organizamos para luchar por nuestra verdadera emancipación, sabiendo que este problema y las raíces de nuestra opresión en su conjunto, no encontrarán una solución estructural si no es en lucha franca contra sus pilares: el capitalismo y el patriarcado que sostienen la penalización del aborto así como la explotación y los distintos tipos de opresión en que viven millones de seres humanos, privándonos de un sistema de salud gratuito para toda la población, ofreciendo condiciones de precariedad para la maternidad, imponiendo su obligatoriedad a costa de ser úteros para la generación de más mano de obra barata para el sistema etc. Sabemos que nuestra verdadera emancipación, es una quimera si pensamos cada lucha de manera aislada, y así como luchamos por el derecho al aborto, proponemos como horizonte la organización para librar una lucha estructural. En México el aborto por voluntad de la mujer está despenalizado solo en la CDMX y hasta la semana 12 de gestación. No importan de que país seas, puedes viajar, si te es posible, a la ciudad de México por un aborto legal y seguro. Con información de La Izquierda Diario[:]]]>
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.