Ejercer la maternidad no es fácil y todas las que somos madres, en algún momento nos hemos arrepentido de ella. No, no se trata de que no amemos a nuestros hijos, el arrepentimiento no tiene que ver con la «personita» sino con la construcción social que se tiene de la maternidad.

Sacrificio, abnegación, generosidad ilimitada, sufrimiento y entrega son adjetivos que se vinculan con la maternidad en México y en otros países. Y sí, las mujeres parece que debemos «darnos» a nuestros hijos por siempre y para siempre sin descanso, sin medida.

Aunado a ello, la paternidad en México aún está en construcción y, en consecuencia, la carga de la maternidad es brutal, dolorosa y agotadora. Madres solteras o «luchonas», jefas de familia (les digo yo) que ejercen de madre y padre, hombres ausentes a pesar de que comparten el mismo techo con sus hijos, hombres machistas que abusan de su fuerza física y/o económica y parten en dos (mental, emocional o físicamente) a las madres de sus hijos, hombres que se convierten en el hijo mayor de sus parejas…la lista sigue y es infinita.

No, la mujer no alcanza la felicidad con la maternidad, quien te lo diga, ¡miente!

Amo a mis hijos, pero si no los hubiera tenido sería una mujer igualmente plena.

A pesar de que ha habido periodos difíciles con mis hijos, sobre todo con el más pequeño, a quien satanizaron en la escuela por su supuesta hiperactividad, no recuerdo ninguna ocasión en la que me haya arrepentido de mi maternidad. Sin duda es una faceta extremadamente difícil, pero también ofrece recompensas y sentimientos que, tal vez, de otra forma no se podrían experimentar.

Me gusta decir que amo a mis hijos infinitamente y que verlos crecer es maravilloso, pero también recalco que si no los hubiera tenido sería plena igualmente. Me molesta que la maternidad sea vista como el culmen de la mujer, pues creo que la alegría se alcanza sumando todas nuestras facetas: hija, amiga, amante, esposa, tía, profesionista, etc.

Cabe resaltar que, cuando digo eso la gente me mira mal y cree que, veladamente, me arrepiento de mi maternidad; de hecho, me han sugerido que no lo mencione, y menos en frente de mis chicos. Yo, al contrario, lo que he hecho es explicarles mi postura y decirles que la maternidad es una elección y que si deciden no tener hijos eso no los convierte en malas personas.

Eli, 52 años mamá de dos.

No me gusta ser mamá.

Cuando me casé, vi muy natural el hecho de tener hijos, así que ni siquiera lo pensé. A los tres meses de mi boda ya estaba embarazada y creo que he estado embarazada o lactando los últimos cinco años de mi vida y esto es simplemente es agotador.

Mi esposo es un hombre de ciudad, pero criado en el campo, así que dice que quiere seis hijos. Yo no lo deseo, y me estoy tomando a escondidas las pastillas para no embarazarme, con los tres que tengo ahora es suficiente. Y la verdad no he disfrutado ser mamá, no me gusta, es un trabajo sin reconocimiento, sin valor para los demás. Te ven mujer y creen que estás obligada a todo por los hijos.

Sara, 32 años mamá de tres.

He tenido que sacrificar algunas cosas.

Arrepentirme como tal, no. Sólo a veces quisiera tiempo para mí. Hoy justo me pasó, pensé: si no fuera mamá podría dormir un poco más, descansar, estoy exhausta. Soy mamá de tiempo completo de un niño de 16 meses y tengo 33 semanas de embarazo. He tenido que sacrificar algunas cosas y, de pronto, eso añoro. Pero arrepentirme no.

Monica, 41 años, mamá de casi 2.

Detesto ser madre.

Mi hijo me cae mal, es incontrolable y he tenido muchos problemas en las escuelas, en los festivales, en las fiestas, en mi familia…incluso estoy a punto de divorciarme, pues mi esposo no se hace cargo de nada, me deja la responsabilidad completa de su cuidado y de su conducta. En mi casa hay pleitos todos los días.

He llevado a mi hijo con el neurólogo y me dicen que no tiene nada, pero ya lo están medicando porque no tiene respeto por nadie ni por nada y yo sé que él tiene algo pues no es normal su actuar.

No me gusta mi hijo, su actitud, su conducta, su personalidad ni temperamento. Me arrepiento por completo de ser madre y lo único que deseo es que crezca y se vaya. He pensado en suicidarme porque no quiero seguir con mi vida así, todos me odian porque dicen que es mi culpa que mi hijo sea como es.

María, 24 años, mamá de uno.

No sé si mi vocación sea ser mamá.

No, no me arrepiento de haber sido mamá. Lo que sí he pensado y sentido es mucha frustración, decepción y enojo por no ser una “buena mamá”. Estamos tan llenos de estereotipos para todo, incluida la maternidad, que es difícil aceptar (o recordar) que las mujeres somos personas… que nos cansamos, que nos enojamos, que a veces no queremos jugar, que la paciencia se acaba… y en ocasiones eso me ha hecho cuestionarme si “nací para esto” porque otras mamás parecen todo amor y dulzura todo el tiempo.

Otras veces, cuando me “cacho” repitiendo un patrón de mis padres, algo que me lastimó de niña, me siento triste y decepcionada de hacer algo que juraba “nunca repetir con mis hijos”… y me vuelvo a preguntar si la maternidad era mi vocación…

Hay momentos en que pienso en el futuro, en su futuro, y en el día en que ya no estemos juntos, y siento miedo… miedo por ellos y por mí.

Pero no… no me arrepiento… no hay nada que iguale su amor, y sentir que me aman a pesar de mi misma, y tal vez sean los únicos que lo hacen así, es un inmenso regalo.

Adriana, 40 años, mamá de 2

Tengo frustración y estoy agotada.

Siento un poco de frustración, no es arrepentimiento respecto a mi maternidad. Y justo en esta pandemia (por el Covid) me está costando mucho trabajo dedicarles el tiempo a los trabajos escolares de mis dos niños, que en promedio son de tres a cinco horas diarias, más el home office y guardias en mi trabajo por 24 horas ciertos días, aunado a ello tengo que hacer mis tareas (estoy estudiando una especialidad en el IPN, que no parece de medio tiempo) con sus respectivas clases en línea, y obviamente las labores de casa. Hay que sumar que hace dos semanas me dio varicela y hoy empezó con síntomas mi hijo, el menor y pues hay que cuidarlo.

Desafortunadamente mi esposo sigue con su horario laboral normal. En circunstancias sin coronavirus, las abuelas nos apoyaban al cuidado de los niños un rato, lo cual me daba un respiro cada semana, pero ahora no se puede. El estrés que me genera la situación a veces me pone de muy mal humor.

Irene, 37, mamá de 2.

Hubo un millar de veces que me arrepentí.

Hubo un millar de veces que me arrepentí de la maternidad, no de mis hijos como tal. Creo que todo viene desde la concepción de ambos hijos, ya que en realidad no quería ser mamá, lo veía como algo lejano, no era algo que me llamará la atención. Mis dos embarazos fueron sorpresivos y movieron mi mundo, mis planes de vida.

En ambos casos aluciné estar embarazada, no me gustaba verme así, ni como me sentía física ni emocionalmente. Me desconocía, confieso que cuando nació mi hija yo decía, neta, ¿salen así tan feitos?, arrugados, peludos… Me hacía miles de preguntas, pero cuando tomó de mi leche sentí un vínculo entrañable e irrompible.

Hoy puedo decirte que ella me enseñó a amarla, con sus sonrisas, con su amor, hoy sin duda es uno de los seres que más amo en la vida.

Mi hijo llegó muy rápido, me embaracé cuando mi hija tenía seis meses. Me volvía loca con dos hijos chiquitos y con un esposo irresponsable. Cuando nació no fue el bebé que mamá anhelaba, pues chillaba de todo, no me dejaba dormir, me escupía la comida, era el berrinches…

Me considero una mamá bastante diferente a las demás. No soy la mamá defensora y que no acepta que sus hijos se equivocan o que cree que son los mejores o los más atractivos. Les he enseñado cosas que no me enseñaron a mí, la primera a ser desapegados de mí, su padre y de lo material, fomento que sepan valerse por sí mismos, que opinen y nunca se queden callados. También les pido que no idealicen el amor de pareja para tener relaciones sexuales. Los educo para que, acabando la prepa, los dos tomen su camino sin mi chicote.

Hoy por hoy, creo que pasamos juntos una etapa bien cool: su adolescencia. Los disfruto mucho y ellos a mi, a veces sufren de irse con su papá (de quien estoy divorciada) porque se quieren quedar conmigo, pero también los mando para allá, puesto que necesito mi espacio y mi soledad, también me cansan y hartan. Pero los amo profundamente.

Claudia, 43, mamá de 2

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Por Guadalupe Camacho, @Lupichick, periodista y académica mexicana