Los embarazos forzados, no solo ocurren en niñas y adolescentes de todo el mundo, también en mujeres adultas quienes viven en situaciones abusivas, violencia sexual, vulnerabilidad económica, falta de acceso a servicios integrales de salud y, por supuesto, falta de oportunidades educativas.

Enseguida tres historias de mexicanas que vivieron embarazos forzados:

Jugó a ser papá por dos años.

Fuimos novios durante toda la universidad, siempre estábamos juntos haciendo los trabajos escolares. Un día, nos fuimos de campamento por parte de la universidad y tuvimos relaciones sin anticonceptivos, pensamos que no pasaría nada. ¡Pero quedé embarazada!

Nuestros planes eran no tener hijos por los siguientes diez años. Habíamos acordado que, tras graduarnos, viajaríamos por varios estados (estudiamos antropología). Nunca hablamos de casarnos, pero cuando le dije que estaba embarazada y que me acompañara a abortar, cambió por completo: ¡jugó a ser papá!

¡Prácticamente me obligó a seguir con el embarazo! Le dije que lo pensáramos por unos días más. Pero ¡él le llamó a mis padres y le dijo a toda mi familia! ¡A su familia y a nuestros amigos de la universidad! ¡Todos me reclamaron, regañaron, felicitaron, rechazaron! ¡Él me organizó un babyshower y recibía miles de felicitaciones, solo se hacía el protagonista, el amoroso, el cálido cuando había gente, porque en lo privado, me ignoraba y maltratada. Incluso, me pegó embarazada.

Yo no estaba segura se seguir con ese embarazo, me sentía muy inexperta y confundida. Tenía apenas 20 años y él tenía 24, pues comenzó la universidad mucho después que yo.

Nos fuimos vivir juntos y fue un caos, porque él nunca se hizo responsable de nada. Fueron mis padres quienes me brindaron ayuda a regañadientes En el cumpleaños número 2 de nuestro hijo, me forzaba a embarazarme de nuevo, pero yo ya tomaba la píldora a escondidas. Y después de otra, de tantas peleas nunca más regresó, se fue indignado porque yo buscaba trabajo y él no quería que saliera de la calle, pero tampoco aportaba nada. Mi hijo tiene hoy tiene seis años y no sabemos nada del señor desde hace cuatro. ¡Mejor para nosotros que se fue porque solo trajo caos a mi vida!

*María  26 años.

El abuelo abusaba de mi.

Trabajé como sirvienta desde los 11 años en una casa, donde vivían 5 hombres: el abuelo, el padre y tres hijos; y 8 mujeres. Desde que llegué, el abuelo comenzó a abusar de mi. Quedé embarazada a los 16 años y cuando le dije a la patrona, dijo que lo mejor era que me fuera.

Le dije a mi mamá, que también trabajaba en otra casa y me llevó a mi pueblo, le pedimos ayuda a la partera porque mi mamá me dijo que un hijo salía caro y que no podía yo tenerlo. Pero toda la comunidad nos rechazó. Entonces, me tuve que regresar a la casa de mi patrona y pedirle ayuda, tenía mucha hambre. Fue una de las hijas de la patrona la que me aceptó, me dijo que ella sabía lo que pasaba, pues el abuelo también abusó de ella cuando era niña. Me quedé en la casa y tuve a mi hijo, aunque yo no lo quería, nunca lo quise. Cuando cumplí los 23 años me casé con un chofer de autobús, que me aceptó con mi hijo. No volví a trabajar con sirvienta, pero mi esposo siempre fue abusivo conmigo y con los 8 hijos que tuve con él. Mi hijo mayor murió en un accidente de carretera.

*Perla 81 años.

Dijo que era obligación de toda mujer.

Yo nunca me vi como mamá. Y cuando conocí a mi futuro esposo le dije que yo no quería embarazarme ¡jamás! No va conmigo eso de cuidar a un nene, cambiar pañales y andar por la vida con las preocupaciones clásicas de las mujeres que son madres. A los 2 años de casados, tuve un descuido anticonceptivo y me embaracé, entré en pánico. Cuando le dije a mi esposo, enseguida se puso feliz y afirmó que era obligación de toda mujer ser madre.

Me dijo que si no lo tenía me dejaría… no sabía qué hacer y decidí viajar sola a la Ciudad de México para abortar (soy de Guanajuato). Entonces, un día antes de irme para la capital, llegó un arreglo floral a mi trabajo con un oso de peluche y pañalitos, todos en mi trabajo se enteraron de mi estado, tuve que continuar con ese embarazo forzado indirectamente.

Lo tuve que tener por presión social y familiar. Cuando nació mi hijo, pedí que me ligaran las trompas en el hospital y él se disgustó muchísimo y me dijo: “hubiéramos tenido la parejita”. Me divorcié muy pronto, mi hijo tiene 16 años y vive con su papá desde siempre y con su abuela paterna. Yo lo veo en vacaciones, su cumpleaños y a veces en Navidad. ¡Nadie me perdona que los haya “dejado”, pero yo soy muy feliz con la vida que tengo! En verdad intenté, pero la maternidad no es para mi.

*Carmen, 38 años

*Los nombres fueron cambiados

Recuerda, solo tú puedes decidir cuándo deseas ejercer la maternidad, cuántos hijos deseas tener (si es que lo quieres) y con quién. Nadie tiene derecho a presionarte a llevar un embarazo forzado, cuentas con nosotras en Fundación MSI Marie Stopes para protegerte con un anticonceptivo discreto o para interrumpir de manera legal y segura un embarazo.

Por Guadalupe Camacho, @Lupichick, periodista y académica mexicana.