no deberá obligar a ninguna mujer a ser madre. “La mujer embarazada deberá estar feliz de serlo, de tener en su vientre a un bebé y de ofrendarse su vida”, insistía el señor. Su esposa lo veía y hacía cara de “está loco, no le hagas caso”. Entonces que se me ocurre decir: “pues cuide bien a su nieta no sea que lo vaya  a hacer bisabuelo con su novio de la secundaria”, el señor enojado dijo: “Aquel que se acerque a mi nieta con la intención de embarazarla, le rompo su madre”. “Antes de romperle la madre y el padre a alguien, mejor dele chance a su nieta de tener educación sexual, acceso a los anticonceptivos y una vida sexual sin miedo, sin tabúes, ni castigos, porque usted sabe bien que el sexo es para disfrutarse no para embarazarse ni matar a la gente”, argumenté. El señor se quedó pensativo y dijo, sí, tal vez, sólo tal vez, tengas razón esta vez y mandó llamar a su nieta y la abrazó con mucho amor y le dijo: “te amo”.

Por Guadalupe Camacho, periodista y académica mexicana

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