El abuso sexual contra las niñas y mujeres no solo ocurre en la oscuridad de un callejón a la media noche. Tampoco es perpetrado solo por hombres poco letrados, salvajes y de mente obtusa. Cada día salen a la luz de la opinión pública más casos de abuso sexual cometido por médicos hombres.
De acuerdo con la American College of Obstetricians and Gynecologists y la American College Health Association, son tres las áreas que concentran en 70% de las denuncias de abuso sexual:
- Ginecología.
- Psicología.
- Medicina general.
Para darte la tranquilidad, confianza y seguridad que te mereces, en Fundación Marie Stopes solo son doctoras y enfermeras mujeres las que atienden a las mujeres que acuden con nosotras por algún servicio (consejería anticonceptiva, interrupción legal del embarazo, estudios de papanicolaou y/o colposcopia, entre otros), quienes están calificadas para atenderte de forma profesional con calidad, calidez y sin ningún juicio o pregunta incomoda.
Por ello, porque somos mujeres las que te atendemos, sabemos cómo te sientes y nunca recibirás ningún trato que denigre tu cuerpo, mente o sentimientos. Nuestra experiencia internacional es de más de 40 años y contamos con todos los protocolos que piden las autoridades mexicanas.
¿Qué es el abuso sexual médico?
Te dejamos esa breve guía para que puedas identificarlo. Este abuso se caracteriza porque el doctor sobrepasa el límite de una revisión física profesional y puede:
- Solicitar que te desnudes cuando no es necesario.
- Hacer tocamientos o mediciones que no son apropiadas.
- Sugerir revisiones que no tienen relación con el motivo de la consulta.
- Realizar comentarios inapropiados.
- Pedir a la mujer que se coloque en determinadas posiciones durante la revisión.
- Solicitar que realice ciertos movimientos.
- Pedirle que tome medicamentos para aturdir a la mujer y, entonces, abusarla.
- Solicitar que narre situaciones íntimas a detalle que no son parte del diagnóstico o tratamiento.
- Pedir que vea revistas, fotografías o cualquier imagen con contenido inapropiado (sexual, pornográfico, erótico, por ejemplo).
- Hacer que lea información, en voz alta o baja, inapropiada (sexual o erótica) que nada tiene que ver con la revisión médica.
En definitiva, cualquier cosa o situación que te haga sentir incomoda, ¡huye!. El personal médico debe hacerte sentir segura, no incomoda y mucho menos culpable.
El abuso sexual es una forma de manifestación de la violencia sexual, la cual, de conformidad con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la violencia sexual es cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la persona, que por tanto atenta contra su libertad, dignidad e integridad física, es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como objeto.
Además, si el médico u otro personal de salud (enfermero, camillero, asistente hospitalario o técnico médico, entre otros), introduce los dedos, el pene o cualquier objeto por vía vaginal, anal u oral, ya no solo es abuso sexual sino que se denomina violación sexual.
3 casos de abuso sexual ginecológico
“Tenía 15 años, fui sola y abusó de mi”
Cuando tenía 15 años pensé que estaba embarazada porque me hice una prueba casera y salió positiva, busqué un ginecólogo para que me lo confirmara. Llegué y no era una clínica, sino un consultorio en una casa. Tenía el nombre del ginecólogo (no recuerdo su nombre) afuera en una placa. Toqué el timbre y una señora me abrió la puerta, me pasó directo al consultorio y allí estaba un señor muy mayor. Así que no temí. Le expliqué de mi temor de estar embarazada, le enseñé la prueba y luego me dijo que me revisaría. Me pidió que me quitara la ropa de la cintura para abajo, se puso unos guantes y comenzó a tocar mi vulva, luego mis labios vaginales y me sentí muy incómoda. Me dijo: “ya vamos a terminar”, luego sentí que tocó mi clítoris y comenzó a manipularlo, le aparté las manos y grité.
Con voz muy tranquila me dijo: “estás muy nerviosa, pero no te preocupes, yo te puedo ayudar”. Entonces, solo atiné a decir: ¡no!, gracias. Comencé a vestirme y él no hizo nada, se quedó parado afuera del vestidor. Tenía mucho miedo de salir, y verlo. Entonces, me armé de valor y cuando salí, me buscó la mirada y dijo: “¿tus papás ya saben que estás aquí?”
Lo empujé y salí corriendo, lloré de regreso a mi casa. Le dije a mi novio lo que había pasado, le contó a su hermana y ella me llevó con su ginecólogo. Quien simplemente me hizo otra prueba de orina y una de sangre, nunca me tocó los genitales y me dio el resultado: “negativo”. Pensé en denunciar al doctor, pero por más que intentaba recordar la zona a donde fue, no lo recuerdo. Fui varias veces con mi novio y su hermana, pero nunca lo encontramos. Creo que bloqueé mi mente.
Ángeles, 52 años
“Me pidió enseñarle mi vello genital”
Comencé con una secreción por los pezones, tenía 19 años y le dije a mi mamá. Me llevó al IMSS y allí me dijeron que me harían ciertos estudios y me mandarían con un especialista. Me hicieron estudios de imagen del cerebro, exámenes de sangre y me dieron cita con el endocrinólogo.
El día de la cita mi mamá no pudo acompañarme y fui sola con todos los resultados de mis exámenes médicos. Tras leerlos, el doctor (quien usaba muletas) me dijo que existían dos motivos por los que tal vez tenía secreciones del pezón: un tumor en la hipófisis; o sexo salvaje. “Y no veo en tu estudio radiológico ningún tumor”, dijo con tono burlón. Yo, me quedé en shock con sus respuestas. Y no supe qué decir, además no tenía pareja sexual en ese momento, y yo solo estaba pensando en eso del tumor. Se hizo un silencio incómodo.
Enseguida, el doctor me dijo. “Tal vez tienes un problema en los ovarios y voy a checar si es eso” (yo seguía pensando que tal vez tenía un tumor en el cerebro y me llené de miedo). Entonces escuché que dijo: “acércate y muéstrame tus brazos” y me extendió la mano. Le enseñé mis brazos y dijo: “no, no te ves muy velluda”, ahora “enséñame si tienes mucho vello en la zona genital”, yo le dije que no tenía mucho vello. Él respondió: “eso lo evalúo yo, quítate los pantalones y enséñame”, yo dije que no. Entonces otra vez burlón dijo: “yo el único endocrinólogo que te puede dar tratamiento, así que te conviene que hagas lo que te digo”.
Salí corriendo (dejé mis estudios) y nunca regresé, le conté a mi mamá quien se preocupó también por el tema del tumor en el cerebro y me llevó con un endocrinólogo privado. Me dieron un tratamiento con pastillas y listo, jamás me pidieron revisarme el vello genital. ¡Nunca hicimos nada contra el médico y me arrepiento mucho de ello!
María, 47 años
“Me dejó con el espéculo mucho tiempo”
La tercera vez que me hice un papanicolaou fui con un médico en un hospital reconocido, me lo recomendó una amiga. Llegué y todo normal, cuando le dije que tenía dos parejas sexuales comencé a ver que se disgustaba. Le dije que siempre usaba preservativo y que estaba interesada en usar también unas pastillas. Él me dijo que no me convenían las pastillas si tenía dos parejas sexuales, cuando le pregunté cuál era la relación no supo explicarse.
Después me preguntó si no me quería casar, tener un bebé y disfrutar de una pareja estable. Le dije que no, que a mis 21 quería seguir disfrutando mi vida sexual con quien quisiera. ¡Quiso darme un sermón de cómo conducirme en mi vida sexual!, no le hice caso y pedí que me hiciera mi estudio.
Dejé pasar esa alerta roja y cuando comenzó con el papanicolaou, me lastimó mucho, incluso me dejó el espéculo dentro con el pretexto que se le habían acabado los cepillitos para hacer la recolección de la muestra y se salió del consultorio, me dejó con su enfermera quien también se extrañó con la reacción del doctor. Regresó a los minutos y yo estaba enojadísima. Me hizo el examen, sangré de más y le pedí que me mandara por correo los resultados porque no acudiría a verlo otra vez puesto que no era profesional. Terminó la consulta diciéndome: “te veré regresar con una enfermedad por tu promiscuidad”. Le menté la madre. Se tardó más de 3 meses en enviar los resultados, después de millones de llamadas, de amenazas y disgustos. ¡Lo quemé en redes sociales!
Paola, 22 años
Si algo así te sucedió, ¡denuncia! No estás sola.
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Por Guadalupe Camacho, @Lupichick, periodista y académica mexicana.