¿Estamos a favor de la vida de qué o quién? ¿Del embrión o de una mujer con nombre, familia e historia que por diversas razones decide que este no es el mejor momento?

Una estrategia de publicidad que ha sido exitosa es la de los sectores antiderechos: el uso de imágenes engañosas y fuera de contexto que en nada corresponden a la realidad del aborto, como las fotografías de bebés o de fetos en sus últimas semanas de gestación acompañados de frases que buscan apelar a la sensibilidad del público, porque ¿quién, en su sano juicio, querría matar a una o un bebito? Y buena parte de ese público ha relacionado una idea de “derecho a la vida” con cualquier cosa menos con la vida de la gestante, cuya circunstancia poco importa. Lo ocurrido en Hidalgo, el 12 de diciembre pasado, cuando una mayoría de diputados/as votó en contra de la iniciativa que buscaba despenalizar el aborto hasta la semana doce de gestación es una prueba de ello: ganó el prejuicio y perdieron las hidalguenses.

¿Qué hay del aborto, más allá de estos trucos publicitarios en contra de la autonomía de las mujeres?

En las redes sociales ha ido y venido un meme que muestra, en un lado de la imagen, la leyenda “aquí es donde decides” y a una pareja a punto de tener relaciones sexuales. Del otro lado, se muestra la leyenda “no aquí”, acompañada de la imagen de una mujer en una camilla de hospital, esperando a que le realicen un aborto. Como si todas las personas hubieran tenido acceso a educación sexual y a anticonceptivos de calidad. ¡Y como si los anticonceptivos nunca fallaran! Como si las relaciones de pareja fueran siempre igualitarias, sin coacción, sin violencia sexual. Como si no existieran los hombres que se oponen a usar condón, o a que su pareja use anticonceptivos.

Se alude así a la “irresponsabilidad” de quien ha quedado embarazada. Se olvida también a quienes, ante un embarazo deseado, necesitan abortar por cuestiones de salud que incluso ponen en riesgo su vida. Se ignora una variedad de situaciones por las que puede estar atravesando quien gesta, pero para ella no hay empatía, hay señalamiento y desprecio. Ante todo, la defensa de “la vida”, pero no la de ella. Un conjunto de testimonios de estas situaciones —que han desembocado en la criminalización de quienes abortan—, puede consultarse en este informe realizado por GIRE.

Hay quienes afirman estar a favor del aborto, pero sólo en caso de violación. Ante la incongruencia de esta postura de los antiaborto habría que preguntarles entonces ¿por qué unos embriones sí merecen vivir y otros no? Esta postura, más que la defensa de la vida del embrión a toda costa, lo que en realidad revela es un temor y un rechazo al ejercicio y disfrute de la sexualidad por parte de las mujeres: si fue víctima de violación, puede abortar, pero si consintió tener sexo, que pague las consecuencias. El miedo al aborto es el miedo a la libertad de las mujeres, a perder mecanismos para mantenernos como ciudadanas de segunda.

En este tenor, GIRE ha elaborado un documento sobre mitos y preguntas sobre el aborto. En este documento, de ágil lectura, se puede encontrar respuesta a rumores como:

Las mujeres que abortan son egoístas

Ya dijimos que hay múltiples razones por las que una puede decidir abortar: contextos de violencia familiar, situaciones económicas precarias, planes de vida, situaciones de salud. Es interesante el dato de un estudio realizado en 2008-2009 respecto a mujeres que abortaron en la Ciudad de México (en donde el aborto es legal hasta la semana 12 del embarazo), y que señalaron que esa decisión “fue la mejor opción para ellas, pero, sobre todo para las y los hijos que ya tenían y a quienes debían atender. Es decir, ellas optaron por no ser madres en esta ocasión, con el fin de ser mejores madres, ya sea para las/los hijos que ya tienen, o para los que desean tener”. Contrario a una supuesta irresponsabilidad o egoísmo, tomar la decisión de abortar implica hacer una ponderación realista acerca de nuestra situación y prospectivas y hacer la elección más responsable. Por otro lado, la toma de decisiones poniendo en primer lugar nuestro bienestar, nuestros deseos y anhelos siempre ha sido catalogada como egoísmo. Nuestra autonomía es molesta. No cabe duda que la dañina imagen de la mujer como madre abnegada está aun profundamente inserta en amplios sectores de la sociedad. Un aborto trastoca esa imagen y por eso es tan rechazado.

El aborto es un procedimiento riesgoso y causa secuelas físicas

En condiciones adecuadas, el aborto es un procedimiento seguro. Los sectores antiaborto han afirmado que este procedimiento está relacionado con un riesgo mayor de cáncer de seno y de infertilidad. Sin embargo, no hay evidencia de ningún tipo de enfermedad médica relacionada con el aborto seguro. En contrapartida, se ha reunido evidencia durante más de 25 años que permite afirmar que la Aspiración Manual Endouterina (AMEU) y el aborto con medicamentos pueden ser realizados de manera segura en el nivel primario de atención, tanto por personal médico como por otros especialistas de la salud; por medio de la Mifepristona y el Misoprostol una mujer puede abortar de manera segura durante el primer trimestre del embarazo con una tasa de éxito de entre el 91 y el 98 por ciento. Es importante buscar acompañamiento para realizarlo. Para ello, hay grupos que acompañan a quienes necesitan abortar.

El aborto es traumático y causa trastornos psicológicos

Tampoco hay evidencia de esto. Al contrario, una mujer que es obligada a llevar a término un embarazo que no desea puede experimentar graves impactos en su salud emocional. Lo que muestra la evidencia es que, en realidad, lo que produce afectación emocional es el estigma y el miedo a la posibilidad de enfrentar un proceso penal por abortar, cuestión que ha sido señalada por el Relator de las Naciones Unidas para el Derecho a la Salud.

¿Afecta el aborto de la misma manera a todas las mujeres?

No. Los efectos de la penalización del aborto recaen en mayor medida en quienes viven en condiciones de vulnerabilidad debidas a factores como raza, clase social y nivel educativo. Son ellas quienes con mayores probabilidades buscarán hacerse un aborto sin acompañamiento o sin atención médica, a diferencia de las que tienen suficientes recursos para pagarse un aborto aún en un contexto legalmente restrictivo. Como puede leerse en este informe de GIRE, son las mujeres en contextos de mayor marginación las que son criminalizadas.

Ante lo anterior, vale la pena preguntarse, ¿estamos a favor de la vida de quién? ¿Del embrión o de una mujer con nombre, familia e historia que por diversas razones decide que este no es el mejor momento? No hay una postura más defensora y celebratoria de la vida que aquella que mira la variedad de situaciones, razones y contextos debido a los cuales será necesario abortar, y que asume que cada mujer es la más capacitada para tomar decisiones responsables sobre sí misma.

Es preocupante la falta de empatía hacia quienes cursan embarazos no deseados. Es necesario que muchas personas hagan el esfuerzo de salir de su situación particular y volteen a ver la realidad de aquellas que no comparten sus privilegios. Es necesario informarse en serio y derribar los mitos sobre el aborto. No se deje engañar por la imagen del feto que se pelea con el bisturí. Mejor consulte a GIRE, IPAS, Marie Stopes, CNDH, SS CDD.

Con información de GIRE para Animal político