Centro de Promoción de la Salud Sexual, en la Universidad de Indiana (EEUU), han demostrado que mejoran la función sexual, además de promover comportamientos saludables en las parejas. Sin embargo, aunque lo más probable es que todos tengamos una idea bastante acertada del uso de la mayoría de estos artículos, determinados errores cometidos con ellos pueden desencadenar problemas de salud. Para asegurarnos de que nuestros juguetes solo sean motivo de diversión, expertos nos señalan los errores más comunes y cómo evitarlos. Recuerden que deben realizarse pruebas de Infecciones de Transmisión Sexual con periodicidad y usar un anticonceptivo de largo plazo si es que no se está buscando un embarazo. No lavarlos bien. Uno de los errores más frecuentes es no lavar correctamente estos artículos. “Hay que hervirlos hasta desinfectarlos”, recomienda el doctor Gerardo Ventura Serrano, secretario de la Asociación Española de Ginecología y Obstetricia (AEGO). “Otra opción es recurrir a espumas detergentes-desinfectantes como las que se usan en el ámbito quirúrgico, las cuales hay que dejar actuar durante 10 minutos”. Esto hay que hacerlo antes de cada uso: es decir, que si hemos introducido el juguete en una parte del cuerpo, hay que desinfectarlo antes de introducirlo en otra. De lo contrario exponemos nuestro cuerpo a “virus, bacterias y hongos”, explica el ginecólogo. No darle importancia a los materiales. El material con el que se fabrican los juguetes eróticos ha evolucionado para garantizarnos no solo las mejores sensaciones, sino también una mayor seguridad. Actualmente, la gran mayoría de ellos está fabricada con silicona; pero aún existen en el mercado productos de ‘gelatina de goma’ que, a su vez, proviene de unos plastificadores denominados ‘ftalatos’, contaminantes para el medio ambiente, según la Escuela de Salud Pública de Harvard (EEUU). Guardarlos en el mismo cajón También es importante la forma en la que guardamos nuestros juguetes. Oscar Ferrani, divulgador sexual, advierte de que “materiales más gelificados, como algunas mezclas plásticas con distintas fórmulas para su fabricación, pueden reaccionar al contacto con otras distintas, alterando sus cualidades originales y llegando a suponer algún riesgo para la salud”, por ejemplo, de infecciones. Por eso, guárdelos en un estuche individual, siempre bien lavados (con jabón neutro) y secos. “Las toallas y trapos dejan residuos que pueden trasladarse al cuerpo o interferir en las características del material. Lo mejor es dejar que se sequen al aire un buen rato y nunca guardarlos estando húmedos. Sobre todo en el caso de las llamadas ‘cyber-pieles’, ya que puede suponer la muerte prematura de tu juguete o su transformación en un ‘bosque’ de microorganismos indeseables”. Sumergirlos en la bañera No todos los juguetes son sumergibles. Aunque hoy en día muchos de estos productos funcionan a pilas o incluso con baterías recargables, siguen existiendo muchos que se conectan a la corriente eléctrica. Compartirlos con su pareja (sin protección) Aunque puedan usarse en pareja, cada juguete debe ser de uso personal e intransferible si queremos evitar riesgos indeseados. El Ministerio de Salud, a través del Plan Nacional sobre Sida recomienda usar preservativo en los juguetes sexuales cuando se compartan. Estos artiliugios entran en contacto con nuestros fluidos, y por ello “pueden contagiar enfermedades de transmisión sexual, como la clamidia, la sífilis o el herpes, o incluso de hepatitis B, hepatitis C, o VIH, si entra en contacto con la sangre”, afirma el doctor Gerardo Ventura. Un estudio de la Universidad de Indiana (EEUU) encontró peligro de contagio del virus del papiloma. Usarlos para fines inadecuados Con las formas tan minimalistas de algunos juguetes, a veces no nos queda claro su uso. María José Rodríguez Jiménez, enfermera y experta en sexología da algunas directrices: “Si queremos estimular el clítoris y usamos dispositivos pequeños, no debemos usarlos para la penetración, ya que pueden resbalar. Extraer un cuerpo extraño de la vagina es una técnica sencilla, pero de otras partes del cuerpo, como el ano, puede llevarnos al quirófano”. Además de tener en cuenta que los juguetes para uso anal “suelen tener forma más estriada y deben tener siempre un final ancho o tope que impida su penetración completa”, la experta añade que “otros juguetes específicos, como los simuladores de sexo oral, no deben usarse en otras técnicas ya que podemos encontrar efectos opuestos al puramente placentero, incluso llegar a producir lesiones (pellizcos)”. Usar lubricantes incompatibles. Si vamos a usar algún dildo o juguete que se introduzca en nuestro cuerpo, la sensación será mucho más agradable si utilizamos un lubricante, aunque claro, no todos valen. Una base de agua será siempre la única opción compatible con cualquier material. Otro error común es emplear aceites de masaje con base mineral a modo de lubricante íntimo. “Es cierto que resbalan estupendamente, pero terminan alterando la flora vaginal o anal haciéndola menos resistentes a agentes externos o infecciones varias. Con los juguetes puede pasar lo mismo, alteran sus cualidades originales con diversas consecuencias indeseables”, dice. Con información de El País. [:]]]>
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