En marzo de 1908 prendieron fuego a las mujeres trabajadoras de una fábrica que protestaban por sus derechos. Ahora, cada 8 de marzo alzamos la voz por ellas y por todas.

Hoy soy la voz de quien gritó pidiendo ayuda.

Una vez más, la Ciudad de México, en el preámbulo de la primavera que da color a las calles con sus majestuosas jacarandas, vio correr un río de caudalosas aguas moradas, de una marea viva que gritaba enardecida, orgullosa y poderosa por hacer valer sus derechos, sus decisiones y por hacer escuchar las voces de las que ya no están.

Porque sí, somos “la más bella creación de la universa”, pero este día no se celebra, se lucha, se nada a contracorriente para derrumbar al patriarcado, hacemos nuestras las calles para exigir justicia y freno para los 11 feminicidios diarios en nuestro país, para exigir una vida de respeto, sin acoso, libre de violencia física, psicológica, económica y sexual y libre de conductas machistas que abrazan al obsoleto pacto patriarcal.

Una marea poderosa.

Este 8 de marzo nos sumergimos en una marea verde y morada que buscaba vencer a una ciudad amurallada que protege más a sus edificios que a sus mujeres, la escuché gritar y gritamos, la vi llorar y lloramos, la vi convertir las vallas y paredes en un museo vivo de reclamos, consignas, memoriales y protestas, y entonces, reconocí su gran valentía.

Por un futuro donde mi libertad, no me cueste la vida.

“¡Aborto sí, aborto no! ¡Eso lo decido yo!”, “¡No, ya te dije que no, mi cuerpo es mío y solo mío, yo decido, tengo autonomía, yo soy mía!”, “¡Ni una asesinada más!”, “¡Que tiemblen los machistas que América Latina será toda feminista!”, son tan solo algunas de las consignas que salían desde lo más profundo de nuestro pecho y con todo el poder de nuestros labios.

Para infancias felices, maternidades deseadas.

Y es que de eso se trata, de reclamar con pasión y rabia todo lo que nos ha sido negado. Se trata de luchar día con día contra la violencia, la impunidad y las irregularidades en todos los casos de abuso y feminicidios; de alzar la voz para no ser una cifra más en las estadísticas del sistema; de exigir un mundo seguro y libre de violencia para todas; de luchar porque el aborto legal sea una realidad alcanzable y no un privilegio; de luchar por no tener que hacer valer nuestros derechos, sino que sean respetados así, sin la necesidad de reclamarlos y que ninguna de nuestras decisiones, ni nuestras acciones sea juzgada jamás.

Habremos destruido una morona del lastre incansable del patriarcado, pero juntas, de la mano de una de las mujeres más importantes de mi vida, nuevas amigas y miles de hermanas, hicimos nuestra la ciudad, conectamos con la universa y todas nos volvimos una misma bajo el rayo del sol y con la energía que la luna llena nos daba al caer la noche. El 8 de marzo llegó a su fin, pero la lucha continúa día con día.

Hermana, no estás sola, aquí está tu manada.

A ti, que lees esto, ayer, hoy y siempre, deseamos que seas tratada con respeto, que estés llena de amor propio y que nunca permitas que alguien violente tu bienestar y que si lo hace, logres salir de ahí. Te deseamos un mundo en el que puedas caminar tranquila por la calle y llegar segura a casa sin importar la hora que sea, que los cumplidos sean tus sueños y no los piropos al caminar por ahí. 

Esperamos que todos tus sueños se hagan realidad y que juntas podamos seguir construyendo un mundo mejor, por ti, por las que ya no están, por las que aquí seguimos, por las que vendrán. Por una vida libre, segura y digna para todas.

Memoria del 8 de marzo de 2023, Día Internacional de la Mujer.

#8M

Texto escrito por Elba Loera (@elba_loera).