Social Psychological and Personality Science, se recuerdan amplios estudios que relacionan practicar sexo con mayor frecuencia y un mayor bienestar. Sin embargo, “para parejas con muchas ocupaciones, responsabilidades laborales y niños que cuidar, la presión para tener relaciones sexuales con tanta frecuencia como sea posible puede ser estresante”, afirman. En este punto, los responsables del estudio también reconocen las dificultades para medir los efectos del sexo sobre el bienestar personal. En un experimento de la Universidad Carnegie Mellon en 2015 se observó que un grupo de parejas a las que se pidió que doblasen su frecuencia sexual no mejoraban su bienestar si se les comparaba con otro grupo de amantes que siguieron con su ritmo sexual habitual. Es difícil de calcular si la presión de sentirse obligado a tener más sexo no echa a perder los beneficios de una práctica placentera. Como se ha observado con el aumento de ingresos, que un trabajo del Nobel Daniel Kahneman y su equipo estimó que solo incrementa la felicidad hasta que se alcanzaban unos 60.000 euros anuales, el sexo parece tener un límite. De hecho, según un llamativo estudio de la investigadora de la Universidad de Yale June Gruber, aunque la felicidad se relaciona con una mejor salud o mejores relaciones sociales, perseguir experiencias felices con demasiado ahínco puede tener consecuencias negativas. Los autores, que lidera la investigadora Amy Muise, reconocen su incapacidad para dar una explicación causal a la observación de que con practicarlo una vez a la semana se logran los máximos beneficios del sexo, y finalizan con una conclusión: “el sexo puede ser como el dinero, solo demasiado poco es malo”. Con información de El País.]]>